Despierta, levanta, camina hacia tu destino
acaso ¿no es la imaginación?
la oscuridad lo es todo, ¿o quizás no?.
Lucha, vida, alma
dando pasos de ignorancia
niño guerrero que llevas por fuera y por dentro
piel viste humilde ser que nace y fallece
al filo de una espada… reflejo de una luz
que le abre los ojos a un nuevo mundo.
Aquí no hay hadas, ni dragones ni magos
tan solo suspiros de algo que recuerda al pasado
tan solo latidos que enmudecen,
sin saber por qué se apagan
y dejan paso a una luna marchita
en un firmamento de tiempos ya olvidados.
Brazos no lejanos son los que mecen ahora el futuro,
son nanas y llantos, dolor… a través de una tenue sonrisa
aprieta los puños pequeño héroe
que en un futuro abrazaran el frío acero de la espada
que sin saber por qué habrás de luchar
muy lejos.. en tierras olvidadas
donde el pecado se convierte en gracia
donde la vida en una simple y desdichada metáfora.
Flor que pierde su encanto,
poco a poco se queda sin alma,
ya no se ven las mismas estrellas
lo ojos que la miran tampoco son los mismos
tras un problema llega otro
y la esperanza se disfraza entre la rutina.
No queda salida, tan sólo la de hacer camino
un paso tras otro, por tierra polvorienta
sean las tierras enemigas el paso de su tragedia
sean sus pisadas eco de futuras leyendas
solo sea un cruzado entre miles
solo sea una lágrima en el mar,
ya no recuerda, no anhela
¿ Qué era el amor, la alegría,
el querer y la entrega?
Eterna la duda que le invade,
no sabe si es empuje, aliento o coraje,
su alma le sigue alentando y sus pies
poco a poco, siguen dando pequeños pero mágicos pasos,
¿ Es el reflejo de su condena lo que tiene delante ?
o quizás solo la duda es el único miedo,
sereno entre los serenos del desierto se arrastraba
a su quizás inexorable ocaso,
¿ Llegará alguna vez hacia su preciado oasis?
de una cosa si estaba seguro,
sus sueños ya lo estaban alcanzando.
Arena y sangre ciegan sus ojos
una espada surca el cielo
y su alma se oscurece
enamorado de unos recuerdos que ya no tiene
se siente solo en el mundo de los muertos
guardián de Hades se hace llamar
y es que en su corazón tan sólo alberga odio.
Cruzado y bandera, sol, desierto y tempestad
sonidos de una muerte que se acerca
oh buen fin que no le llega y anhela
ya no cabe más sangre en esa espada
empuñada por ese alma sin veleta.
Ya no queda esencia en ese cuerpo
consumido a golpes, mutilado por su propia ira
agonizante por un pasado que no recuerda.
Es el cruzado,
conocedor de que no hay castigo para sus pecados
ni el eterno infierno podría consolarlo
abre su pecho para hundir acero
pero el destino le reserva la leyenda
hacedor de muertes por una falsa iglesia
ya no enjuicia y solo empuña
que la conciencia solo es conciencia
y esa voz es muda en sus adentros
fuerza que nace por odiar seguir vivo
demonio caminante, por todos el temido.
Escondido en noche oscura
se desnuda… y se mira el cuerpo
¡Cuántas son las cicatrices!
y por cada una, un lamento
bañado a la luz de una luna que desconoce
escudriña las estrellas del cielo
y sin saber en qué momento
una lágrima resbala por sus pecados
gota de un hombre ya muerto
que mira hacia el cielo y siente su abrazo
llévame contigo anillo de plata
abandóname en un lugar perdido
donde a nadie pueda hacer daño.
Otórgame el olvido anhelado
que ya ni lágrimas me quedan
no permitas que amanezca
y haz de ésta, mi noche eterna.
Guía mi sed de venganza a la empuñadura de mi espada
y ciega vida maldita mía, que no conoce nada salvo sangre arena y llanto.
Luz que se le hizo mas fuerte
besando cada una de sus heridas
otorgó al guardián de Hades un anhelado descanso
ya no escuchara mas muerte,
ni resbalará la sangre en sus adentros
el letargo se le hace eterno
y una ultima lágrima aflora viva
en verdad cargada de arrepentimiento,
el guerrero sin nombre ya no camina
al final de esa maravillosa noche
su alma encontró morada y letargo
tendido con los brazos sobre su pecho
y mirada perdida en el oscuro cielo
tierra de por medio y asta de madera
que recen solo dos palabras
para que nadie pueda encontrarlo
descanse en paz, por siempre,
el cruzado.
