Un ser tras respuestas
que rebosan de amor y sinceridad,
alguien al que nunca ves
y siempre te está apoyando,
paso a paso vas andando
y ves signos de él por todos lados.
No se trata de una adivinanza
sino del saber que tienes un amigo,
que bien podría ser divino,
más que importa si de éste u otro mundo fuera
si es su corazón el que late al ritmo del tuyo.
Es un saber antiguo
para el que no pasan los siglos,
es una creencia tan fuerte
que ha perdurado a través de los años,
y es una muestra de fe
la que nos hace querer seguir viviendo,
la causante de tantas alegrías y desengaños,
la culpable de que amemos a la vida
pero también de muchas muertes en antaño.
Es la fe un arma de doble filo,
y no debemos carecer de ella,
pues que sería una noche sin estrellas,
o un poeta sin corazón.
Necesitamos ver más allá de la muerte
y no podemos
queremos hacer muchas preguntas
pero tampoco obtenemos respuestas,
y es aquí donde más brilla el ser humano,
que superando todos sus miedos
ve la luz y cree,
fe hacia esa luz, hacia su Dios, hacia si mismo,
una fe que se convierte en amor,
y en motor de este mundo,
pues surgió desde el principio de los tiempos
y todavía no nos ha abandonado.
Los caminos nos lo puso el señor,
y es la fe, transporte en el que vamos,
la que nos guiará por los senderos del corazón
los cuales no sabemos ni recordamos
pero son tan nuestros
que ya llevan el camino marcado
por la sangre de nuestros antepasados.